diumenge, 15 de juny del 2025

La historia de la familia Aumirall: raíces migrantes en la Provincia de Buenos Aires

             Els avis Pablo Aumirall Comas i Magdalena Samblotti 
                                         amb els seus fills. El nen petit és Hortensio Aumirall, pare de la Roxana.

La historia de mi familia en Argentina comienza con la llegada de mi bisabuelo Pau Aumirall, nacido en 1855, en Viladecans, Barcelona, quien emprendió el viaje hacia América en 1873, en una época en la que miles de europeos migraban en busca de nuevas oportunidades en la vasta pampa argentina. Pau Aumirall contrajo matrimonio en 1876 con María Comas en la histórica parroquia Nuestra Señora de los Dolores, en la ciudad del mismo nombre, provincia de Buenos Aires, un importante centro de la región que ya para entonces era un eje administrativo y comercial del sur de la provincia. (A fines del siglo XIX, la Argentina atravesaba un proceso de consolidación territorial y de atracción de inmigrantes, principalmente europeos, en el marco de la política de “población y desarrollo” implementada por el gobierno argentino, lo que impulsó la llegada masiva de europeos en busca de tierras y trabajo.)

La vida de Pau y María estuvo marcada por el constante movimiento, probablemente debido a su labor como jornalero rural, un trabajo que exigía desplazarse según las necesidades del campo y las cosechas. Finalmente, Pau falleció joven, a los 40 años, víctima de una neumonía doble. Según el acta de defunción, en ese momento era criador, posiblemente de ganado, y murió en la casa de un amigo en la ciudad de Maipú, cercana a Dolores, lo que sugiere que se encontraba allí de paso, tal vez en alguna transacción ganadera o visitando conocidos. (Maipú, fundada en 1878, ya era por entonces un punto neurálgico en la producción agropecuaria de la región, lo que explica la movilidad de los trabajadores rurales como Pau.)

El hijo de Pau Aumirall y Maria Comas, mi abuelo, Pablo Aumirall, nació en el partido de General Lavalle, a 150 km de Dolores, lo que confirma que la familia continuó con su vida itinerante por la zona, seguramente siguiendo las oportunidades laborales que ofrecía el campo. Pablo se casó con Magdalena Samblotti, hija de inmigrantes italianos provenientes de Montesano sulla Marcellana, en Salerno, Italia, una región de tradición agrícola y pastoril (El apellido correcto de mi abuela Magdalena es Zambrotta, y cuando llegó a Argentina se lo modificaron a Samblotti; en realidad, este apellido tiene varias variantes en distintos registros). Juntos tuvieron siete hijos, cada uno nacido en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, como Mar Chiquita, General Pueyrredón y General Lavalle, reflejo de la movilidad característica de los trabajadores rurales en ese período. (Durante esta época, la migración italiana hacia Argentina fue significativa. Muchos italianos trajeron consigo conocimientos agrícolas, que se reflejaron en la gran expansión de la agricultura en el país.)

Pablo falleció también joven, a los 43 años, a causa de una bronconeumonía, dejando a su familia con el legado de trabajo y arraigo en la región. Su hijo Hortensio Aumirall, mi padre, nació en General Pirán, una localidad fundada en 1910 y que con el tiempo se convertiría en un importante núcleo agrícola-ganadero. (General Pirán, fundada a principios del siglo XX, se inserta en el proceso de expansión del ferrocarril y la agricultura en la provincia de Buenos Aires, impulsado por el gobierno para poblar y desarrollar zonas rurales.) La historia de Hortensio tiene un matiz particular: se casó a los 44 años, y solía bromear diciendo que fue lo mejor que había hecho en su vida. Según los relatos familiares, dejó General Pirán porque intentaban casarlo antes de tiempo y él no estaba dispuesto a ceder ante las costumbres de la época.

Finalmente, se estableció en Dolores, donde contrajo matrimonio con mi madre, Hilda Isabel Suárez. Se dedicó a la ganadería, continuando con la tradición familiar en un oficio fundamental para la economía bonaerense. (La ganadería, junto con la agricultura, fue uno de los pilares fundamentales de la economía argentina durante el siglo XIX y principios del XX. Estas actividades contribuyeron al desarrollo de una Argentina exportadora.) De esta unión nacimos cuatro hijas, y en mi caso, siento una especial conexión con mi bisabuelo Pau, ya que, al igual que él, la vida me llevó a migrar, aunque en circunstancias muy distintas, desde Argentina a Panamá. Tal vez por eso me sentí tan motivada a buscar mis orígenes y entender mejor qué los impulsaba a migrar a otro país, cómo era su vida, y de dónde venían. Gracias a gente maravillosa y generosa pude conectarme con mis raíces y orígenes, y pisar los lugares, casas, y calles por donde anduvieron mis antepasados. Haber estado de pie y tocar con mis manos las paredes de la masia  Ca l’Almirall, y ver el azulejo con el nombre de mi apellido me llenó de una profunda emoción. Pude imaginarme por un momento como era el paisaje alrededor de la casa, hoy rodeada por la ciudad, antes tal vez rodeada de viñedos, árboles frutales, cultivos y ganado.

Esta historia familiar es reflejo del espíritu migrante y trabajador que ha forjado la identidad de Argentina muy conectada con España en diferentes momentos de la historia. (La migración de europeos hacia América, en particular a Argentina, tuvo un impacto profundo en la construcción de la identidad nacional argentina, tanto en términos de trabajo como de mezcla cultural.)

Desde los campos de Viladecans hasta la llanura bonaerense, desde los pueblos de General Lavalle y Maipú hasta los caminos de General Pirán y Dolores, cada generación ha dejado su huella, tejiendo con esfuerzo y sacrificio un legado que sigue vivo en cada uno de nosotros.

Rut Roxana Aumirall