Desde hace ya varios años hay preocupación en ciertos sectores de la sociedad por lo injusto de la Ley Electoral actual (Ley de Hondt), una ley de reparto de escaños entre los partidos políticos en todos los procesos electorales, elecciones al Congreso o Senado, autonómicas o municipales. Esta es una ley que prima claramente a los partidos mayoritarios, y también a los partidos nacionalistas, al establecer como circunscripción la provincia.
Esta ley ideada por UCD se instauró en su día pensando que ante la multitud de partidos que concurrían a las elecciones, y pensado fundamentalmente en el Congreso de los Diputados, si se mantenía un sistema de reparto estrictamente proporcional, este país seria ingobernable, de ahí que la Ley de Hondt establezca un sistema de reparto mayoritario situando de entrada que el partido que en una circunscripción no tenga el 5% de los votos ya no entra en el reparto.
Con este sistema se asegura que los partidos minoritarios ya no entren en el reparto de escaños en la mayoría de circunscripciones, sobre todo cuando se da una participación muy alta, pues llegar a ese 5% en cada circunscripción les cuesta un elevadísimo numero de votos, en cambio los partidos mayoritarios se reparten todos los escaños de cada provincia, de tal manera que si miras lo que cuesta al final conseguir un diputado como por ejemplo en estas ultimas elecciones nos daremos cuenta que al PSOE le cuesta 65.000 votos al PP 66.000, y por el contrario a IU le cuesta 481.000.
De la misma manera los partidos nacionalistas también se benefician del sistema al conseguir todos sus votos en las circunscripciones provinciales de su comunidad, de tal manera que CiU en las últimas Elecciones Generales con 774.317 votos obtiene 10 diputados, mientras que IU con un millón de votos obtiene 2. Por tanto resulta evidente que este sistema de reparto de la Ley de Hondt es totalmente injusto y desproporcionado, ya que el partido que obtiene todos sus votos en una sola provincia tiene muchas más posibilidades de conseguir mayor representación que aquel que con mayor numero de votos los obtiene de forma dispersa en el conjunto del territorio español.
El resultado final es una inmensa montaña de votos perdidos compuestos por grandes o pequeños montones de papeletas por provincias que no sirven absolutamente para nada, 50.000 en una, 40.000 en otra, etc. En definitiva, un ejército de votantes que se van quedando por el camino sin ninguna posibilidad de sentirse representados.
Tanto el PSOE como el PP, deberían saber que no es bueno que el voto de más de un millón de personas que se han movilizado para expresar su voluntad política, no sirva para estar representados. Se les deja en la calle de la política sin representación ninguna. Ahora bien, cuando esta gente tenga problemas, y los problemas llegarán, es bien seguro que irán a la calle a encontrar la respuesta, y si el sistema no les proporciona ningún canal de representación, cargarán contra el sistema que les ha dejado fuera.
Por tanto, va siendo hora de que se plantee seriamente una reforma de la actual Ley Electoral, y en esto tendrán que ponerse de acuerdo todos los partidos. Aunque parece obvio que a los partidos mayoritarios no les interese, deberían hacer un esfuerzo aunque sea por pura salud democrática de país, para que en una sociedad madura como la nuestra no se vayan quedando retales de un montón de voluntades al margen del propio sistema.
Dani Gutiérrez
Esta ley ideada por UCD se instauró en su día pensando que ante la multitud de partidos que concurrían a las elecciones, y pensado fundamentalmente en el Congreso de los Diputados, si se mantenía un sistema de reparto estrictamente proporcional, este país seria ingobernable, de ahí que la Ley de Hondt establezca un sistema de reparto mayoritario situando de entrada que el partido que en una circunscripción no tenga el 5% de los votos ya no entra en el reparto.
Con este sistema se asegura que los partidos minoritarios ya no entren en el reparto de escaños en la mayoría de circunscripciones, sobre todo cuando se da una participación muy alta, pues llegar a ese 5% en cada circunscripción les cuesta un elevadísimo numero de votos, en cambio los partidos mayoritarios se reparten todos los escaños de cada provincia, de tal manera que si miras lo que cuesta al final conseguir un diputado como por ejemplo en estas ultimas elecciones nos daremos cuenta que al PSOE le cuesta 65.000 votos al PP 66.000, y por el contrario a IU le cuesta 481.000.
De la misma manera los partidos nacionalistas también se benefician del sistema al conseguir todos sus votos en las circunscripciones provinciales de su comunidad, de tal manera que CiU en las últimas Elecciones Generales con 774.317 votos obtiene 10 diputados, mientras que IU con un millón de votos obtiene 2. Por tanto resulta evidente que este sistema de reparto de la Ley de Hondt es totalmente injusto y desproporcionado, ya que el partido que obtiene todos sus votos en una sola provincia tiene muchas más posibilidades de conseguir mayor representación que aquel que con mayor numero de votos los obtiene de forma dispersa en el conjunto del territorio español.
El resultado final es una inmensa montaña de votos perdidos compuestos por grandes o pequeños montones de papeletas por provincias que no sirven absolutamente para nada, 50.000 en una, 40.000 en otra, etc. En definitiva, un ejército de votantes que se van quedando por el camino sin ninguna posibilidad de sentirse representados.
Tanto el PSOE como el PP, deberían saber que no es bueno que el voto de más de un millón de personas que se han movilizado para expresar su voluntad política, no sirva para estar representados. Se les deja en la calle de la política sin representación ninguna. Ahora bien, cuando esta gente tenga problemas, y los problemas llegarán, es bien seguro que irán a la calle a encontrar la respuesta, y si el sistema no les proporciona ningún canal de representación, cargarán contra el sistema que les ha dejado fuera.
Por tanto, va siendo hora de que se plantee seriamente una reforma de la actual Ley Electoral, y en esto tendrán que ponerse de acuerdo todos los partidos. Aunque parece obvio que a los partidos mayoritarios no les interese, deberían hacer un esfuerzo aunque sea por pura salud democrática de país, para que en una sociedad madura como la nuestra no se vayan quedando retales de un montón de voluntades al margen del propio sistema.
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