El 29 de septiembre esta convocada una huelga general. ¿Hay alguien que piense que no es necesaria, que quizás es equivocado dar este paso? ¿Hay alguien que piense que los trabajadores y trabajadoras de este país no estamos sufriendo una violación de nuestros derechos fundamentales?
La mayoría de nosotros formamos parte de una generación de lo más preparada de la historia de España, una generación en la que se nos educó para conseguir una formación que nos llevara a ser excelentes profesionales en lo que hiciéramos. Nuestros padres nos alentaban a hacerlo y ellos mismos fueron el mejor ejemplo para mostrarnos que había que luchar por una vida mejor, una vida en la que consiguiéramos ser útiles a una sociedad que nos recompensaría por nuestra labor. Nuestros padres nos aconsejaban bien. En muchos casos, se sacrificaron ellos mismos para que consiguiéramos alcanzar el objetivo: tener una buena formación para tener un buen trabajo.
Algo ha fallado. La mayoría no tiene un trabajo estable, ni un sueldo digno, ni una buena jornada laboral, como se nos había dicho. Unos pocos que ocupan puestos claves en la pirámide social de nuestro país han hecho que la temporalidad en los contratos, los sueldos miserables y las largas jornadas laborables, incompatibles con la vida familiar, sea con lo se encuentra la mayoría de los ciudadanos.
El Gobierno ha consentido que la red empresarial en nuestro país pueda campar a su gusto ofreciendo condiciones laborales deplorables hasta desembocar en la actual situación de crisis que estamos viviendo. El sistema actual está diseñado para que unos pocos, ya establecidos, continúen acumulando riqueza. No está hecho para fomentar la igualdad, para que los trabajadores y trabajadoras de las familias más humildes puedan vivir en un Estado de Bienestar real. Sigue siendo cierto que en época de crecimiento económico los beneficios son privados para el bolsillo de unos pocos, pero que en época de crisis las pérdidas se socializan y las pagamos todos. Es así que ahora la banca y las grandes empresas tienen cheque en blanco, mientras los ciudadanos nos vemos afectados por el paro y las deudas. Todo nos lleva a sufrir una disminución importante de ese Estado de Bienestar: no podemos comprar una vivienda o vivir de alquiler, la mayoría no llega a cobrar los 1.000 euros al mes, o están en el paro, peligra el acceso a un sistema educativo que nos asegure la educación universitaria de nuestros hijos. Se me ocurre una lista bien larga que me lleva a creer que ya es hora que reclamemos que se cumplan nuestros derechos como trabajadores y trabajadoras.
Con la Huelga General decimos NO al recorte en gasto social, pedimos que se cumplan los horarios en las empresas, que se controle la especulación, que se acabe con la precariedad y temporalidad en los contratos, que haya una Universidad pública de calidad y gratuita, que se reduzca el IRPF a autónomos y sociedades, que se aumente la inversión en Investigación y Desarrollo, que se negocie la jornada para conciliar la vida laboral y familiar. Ahora nos toca ser útiles a la sociedad diciendo todos juntos NO a las reducciones en el Estado de Bienestar de las personas, porque NO queremos continuar en el falso camino que nos ha impuesto el mercado y SÍ queremos una sociedad más justa y equitativa donde vivir.
En nuestra ciudad hace unos días hemos estado de Festa Major y no querría que esta retahíla de palabras pudiera dejar un sabor agridulce en quien las lee, puesto que mi deseo es que hayáis pasado unas buenas vacaciones y buena Fiesta Mayor. Después de estos días de júbilo y de pasárselo bien, es el momento de retomar el camino de la sensatez y repensar si vale la pena ir a la huelga. Yo creo que sí.
Un saludo a todos y todas.La mayoría de nosotros formamos parte de una generación de lo más preparada de la historia de España, una generación en la que se nos educó para conseguir una formación que nos llevara a ser excelentes profesionales en lo que hiciéramos. Nuestros padres nos alentaban a hacerlo y ellos mismos fueron el mejor ejemplo para mostrarnos que había que luchar por una vida mejor, una vida en la que consiguiéramos ser útiles a una sociedad que nos recompensaría por nuestra labor. Nuestros padres nos aconsejaban bien. En muchos casos, se sacrificaron ellos mismos para que consiguiéramos alcanzar el objetivo: tener una buena formación para tener un buen trabajo.
Algo ha fallado. La mayoría no tiene un trabajo estable, ni un sueldo digno, ni una buena jornada laboral, como se nos había dicho. Unos pocos que ocupan puestos claves en la pirámide social de nuestro país han hecho que la temporalidad en los contratos, los sueldos miserables y las largas jornadas laborables, incompatibles con la vida familiar, sea con lo se encuentra la mayoría de los ciudadanos.
El Gobierno ha consentido que la red empresarial en nuestro país pueda campar a su gusto ofreciendo condiciones laborales deplorables hasta desembocar en la actual situación de crisis que estamos viviendo. El sistema actual está diseñado para que unos pocos, ya establecidos, continúen acumulando riqueza. No está hecho para fomentar la igualdad, para que los trabajadores y trabajadoras de las familias más humildes puedan vivir en un Estado de Bienestar real. Sigue siendo cierto que en época de crecimiento económico los beneficios son privados para el bolsillo de unos pocos, pero que en época de crisis las pérdidas se socializan y las pagamos todos. Es así que ahora la banca y las grandes empresas tienen cheque en blanco, mientras los ciudadanos nos vemos afectados por el paro y las deudas. Todo nos lleva a sufrir una disminución importante de ese Estado de Bienestar: no podemos comprar una vivienda o vivir de alquiler, la mayoría no llega a cobrar los 1.000 euros al mes, o están en el paro, peligra el acceso a un sistema educativo que nos asegure la educación universitaria de nuestros hijos. Se me ocurre una lista bien larga que me lleva a creer que ya es hora que reclamemos que se cumplan nuestros derechos como trabajadores y trabajadoras.
Con la Huelga General decimos NO al recorte en gasto social, pedimos que se cumplan los horarios en las empresas, que se controle la especulación, que se acabe con la precariedad y temporalidad en los contratos, que haya una Universidad pública de calidad y gratuita, que se reduzca el IRPF a autónomos y sociedades, que se aumente la inversión en Investigación y Desarrollo, que se negocie la jornada para conciliar la vida laboral y familiar. Ahora nos toca ser útiles a la sociedad diciendo todos juntos NO a las reducciones en el Estado de Bienestar de las personas, porque NO queremos continuar en el falso camino que nos ha impuesto el mercado y SÍ queremos una sociedad más justa y equitativa donde vivir.
En nuestra ciudad hace unos días hemos estado de Festa Major y no querría que esta retahíla de palabras pudiera dejar un sabor agridulce en quien las lee, puesto que mi deseo es que hayáis pasado unas buenas vacaciones y buena Fiesta Mayor. Después de estos días de júbilo y de pasárselo bien, es el momento de retomar el camino de la sensatez y repensar si vale la pena ir a la huelga. Yo creo que sí.
Pepi Venegas
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