Com s’explicava fa un parell de mesos en aquesta mateixa secció amb la història de Na Godaia, les creences en els mals esperits i la bruixeria, tenien un pes important en la nostra societat de no fa pas massa anys enrera.
Hem trobat un article publicat el divendres 18 de gener de 1884 en el diari barceloní La Publicidad, en el qual s’explica el càstig infringit a un pobre viladecanenc que vivia a Can Calderon, per ser el culpable d’haver “donat els mals esperits” a una nena de Sant Boi. L’article diu així:
Un acto de salvajismo, hijo de la mas crasa ignorancia y supersticion ha tenido lugar en el llano del Llobregat durante la noche del 14 al 15 del actual.
Es el caso que en una de las masías enclavadas en término de San Boy, y conocida por Can Llouis, sus colonos llamados Escarrans, tienen una niña de unos ocho ú nueve años, enferma, y como resultado de la consulta con cierta sonámbula de esta capital, según se dice habitante en la calle del Cármen, la dieron en decir que la habian dado los mals esperits, acusando de ello á un pobre hombre, un honrado padre de familia, vecino de Viladecans, que frecuentaba la casa, pues tiene con dichos colonos algun grado de parentesco. La niña fue visitada por no pocos vecinos, algunos que desempeñan cargos de autoridad y según de público se dice, concibieron la idea de jugar al supuesto brujo una mala pasada, pero el boticario, que tambien estaba entre los visitantes, les disuadió en cuanto pudo, esforzándose en hacerles comprender que no habia tales demonios, sino una enfermedad natural. Pero el caso es que habiendo ido el acusado á ver que era y que habia de cierto respecto á los rumores que circulaban de boca en boca, y sincerarle en cuanto le fuese posible, se encontró que le propusieron que se dejara atar á un arbol, pues si así lo hacia la niña curaria; aceptó el hombre en su sencillez y buena fé y á las doce de la noche ante un regular número de vecinos de aquel pueblo y de los dos guardas de campo jurados particulares, se llevó á cabo el bárbaro acto de atar con fuertes cuerdas por piés y brazos al infeliz, colocándole en cruz en un arbol, llegando al estremo de apretar las cuerdas con lo que en el país se llaman garroteras, y despojándole del tapabocas que llevaba puesto, lo tuvieron en tal disposicion tres horas y media. El estado en que se encuentra el paciente es de suponer; las muñecas ensangrentadas, los brazos y piernas entumecidos y en una postracion general, no solo de cuerpo sino de espíritu, pues está sumamente afectado en su parte moral. Los guardas y el padre de la endemoniada le acompañaron á su casa que es en la torre llamada “Calderon”.
Els pagesos utilitzaven una corda gruixuda anomenada garrotera (vegeu la fotografia) que servia per lligar la càrrega que es transportava dalt del carro i que s’acostumava a tensar mitjançant un torniquet. És problable que l’articulista utilitzés el mot garrotera per referir-se al sistema del torniquet per apretar la corda que lligava al suposat bruixot.
No només ens ha sorprès el relat per ell mateix, sinó també el fet que d’aquesta notícia se’n van fer ressó quatre diaris de Madrid: La Dinastia, El Imparcial, Siglo Futuro i El Liberal. Per la difusió que se’n va fer, és de pensar que, per sort, aquesta mena de fets no deurien ser gaire freqüents.
Jaume Lligadas Vendrell
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