dimarts, 23 de juliol del 2013

Dignidad o deshonor

La base de la dignidad creo encontrarla en el respeto. Los profesionales ante todo somos personas y concretamente los profesionales de la educación y del trabajo social somos personas que trabajamos junto a personas que precisan de nuestro acompañamiento. La dignidad en el ejercicio de nuestra profesión la encontraremos en una primera instancia cuando los diferentes actores que interactuamos juntos guardemos, así como nos guarden el respeto que la relación de ayuda precisa, así como también la relación institucional o contractual requiere.
La actual situación de austeridad económica que nos imponen está dirigida a la pérdida de inversión en el sector público en general y su objetivo toma forma en el ataque al Estado Social en particular, derivando en la destrucción de las políticas sociales y dejando a los profesionales de la educación y del trabajo social sin recursos, sin materia prima para crear acompañamiento hacia la igualdad de oportunidades.
Ya es una realidad que las políticas sociales no invierten lo suficiente para atender la demanda social actual y generan unas bolsas de desigualdades cada vez más alejadas, unas de las otras, siendo ya muy grande el segmento de pobreza, diluyendo la fase de riesgo de exclusión y dejando a una gran parte de la sociedad pendientes de un hilo, o bien encaminándola directamente al saco de la pobreza.
Esta idea de ser austeros con el Estado Social ha provocado que todos los recortes realizados en sanidad, educación, pensiones de garantía de la seguridad social sean derivados hacia la atención de los equipos de servicios sociales que en estos momentos también son víctimas de la austeridad. Los casos que se presentan poco podemos hacer por la falta de recursos aunque nos llevan a poder ofrecer nuestra mejor herramienta, la escucha activa, valiosa pero no resolutiva a la demanda. Lo peor es que esta forma de trabajar conlleva a ser utilizados, por parte de nuestros gobernantes, como profesionales de la contención y no de la integración, pasando a ser éste uno de nuestros principales encargos.
Al desarrollar la profesión en un equipo de atención social básico somos la primera cara de atención social de la administración y en estos momentos, tal y como se están gestionando los recortes en el ámbito social es una falta de respeto en mayúsculas la desprotección que sufrimos como profesionales por no disponer de medios suficientes y programas efectivos para hacer frente a la actual demanda derivada de la emergencia social que padecemos, y por dimensión se pierde el respeto a los propios protagonistas, los usuarios. Cuando el respeto se nos pierde, o vemos como se les pierde a nuestros usuarios entra en juego la humillación desembocando en el deshonor. Es por ello que no pienso aceptar esta realidad que lo que pretende es un cambio de modelo donde no tiene cabida, o no le encuentro sentido a nuestras profesiones porque poco le importa la igualdad de oportunidades a los Sres. del capital.
Yo digo NO. Pido justicia social primero como persona, segundo como ciudadano y tercero como profesional pido ser escuchado, pido complicidad con los usuarios y pido ayuda al pueblo porque veo que el dinero no lo puede comprar todo. Pido dignidad.
José Antonio Monteagudo