Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a unas charlas informativas sobre la zona del Delta del Llobregat y de los espacios naturales en Viladecans y en el delta.
Por un lado, tuvimos la oportunidad de escuchar a un biólogo que realizó una magnifica exposición sobre los valores naturales de estos lugares, sus ecosistemas, su biodiversidad y la fragilidad del conjunto. También nos expuso la importancia de esta zona ya que es uno de los tres humedales más importantes de Catalunya y que por ello es un lugar de máxima importancia en la migración de las aves. Escuchando al ponente las maravillas que allí existen y su fragilidad del entorno intuí que cualquier actividad en la zona podría poner en peligro a la misma. Parecía que este sistema tan frágil hiciese incompatible un uso ciudadano de ocio.
Días más tarde, la ponente era una persona relacionada con la gestión de dichos espacios naturales. El relato de la ponente, sobre los valores presentes en el delta, así como la fragilidad de los mismos, no variaba de la exposición realizada en la charla anterior. También nos situó la dificultad de la gestión de unos espacios naturales envueltos por multitud de infraestructuras, un entorno muy humanizado y además unos espacios separados en el territorio. Pero lo que señaló como un elemento fundamental, era que en un espacio tan humanizado próximo a estos espacios naturales se hacía necesario que los ciudadanos del entorno conozcan y disfruten de estos espacios naturales. Si bien se tendrían que limitar algunas actividades en función del grado de protección de cada zona, también se tendría que permitir el uso y acceso a otras menos protegidas.
Al final de la charla había entendido que se han de intentar compatibilizar una y otra cosa; de otra manera, los ciudadanos que hemos reivindicado tradicionalmente el acceso al mar no entenderíamos que ahora no se nos permitiera un uso racional de nuestras playas.
Los ciudadanos han de defender nuestros espacios naturales, y para ello han de conocerlos y encontrarles utilidad. El debate sobre el futuro de nuestro litoral ha de hacerse sin apriorismos que vean en el desarrollo de la zona una amenaza, pero en todo caso se ha de priorizar la conservación y conciliar la supervivencia de la zona con el uso ciudadano.
Por un lado, tuvimos la oportunidad de escuchar a un biólogo que realizó una magnifica exposición sobre los valores naturales de estos lugares, sus ecosistemas, su biodiversidad y la fragilidad del conjunto. También nos expuso la importancia de esta zona ya que es uno de los tres humedales más importantes de Catalunya y que por ello es un lugar de máxima importancia en la migración de las aves. Escuchando al ponente las maravillas que allí existen y su fragilidad del entorno intuí que cualquier actividad en la zona podría poner en peligro a la misma. Parecía que este sistema tan frágil hiciese incompatible un uso ciudadano de ocio.
Días más tarde, la ponente era una persona relacionada con la gestión de dichos espacios naturales. El relato de la ponente, sobre los valores presentes en el delta, así como la fragilidad de los mismos, no variaba de la exposición realizada en la charla anterior. También nos situó la dificultad de la gestión de unos espacios naturales envueltos por multitud de infraestructuras, un entorno muy humanizado y además unos espacios separados en el territorio. Pero lo que señaló como un elemento fundamental, era que en un espacio tan humanizado próximo a estos espacios naturales se hacía necesario que los ciudadanos del entorno conozcan y disfruten de estos espacios naturales. Si bien se tendrían que limitar algunas actividades en función del grado de protección de cada zona, también se tendría que permitir el uso y acceso a otras menos protegidas.
Al final de la charla había entendido que se han de intentar compatibilizar una y otra cosa; de otra manera, los ciudadanos que hemos reivindicado tradicionalmente el acceso al mar no entenderíamos que ahora no se nos permitiera un uso racional de nuestras playas.
Los ciudadanos han de defender nuestros espacios naturales, y para ello han de conocerlos y encontrarles utilidad. El debate sobre el futuro de nuestro litoral ha de hacerse sin apriorismos que vean en el desarrollo de la zona una amenaza, pero en todo caso se ha de priorizar la conservación y conciliar la supervivencia de la zona con el uso ciudadano.
Miguel de la Rubia
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