La apuesta de muchos ciudadanos y ciudadanas por un futuro laboral ha pasado durante mucho tiempo entre las opciones de ganar más en menos tiempo o una totalmente diferente que para mí representaba varios elementos positivos, entre ellos, el trabajar por y para la ciudad donde naciste y siempre has vivido, el trabajar cerca de casa, la estabilidad y otras cosas en las que la cuantía económica no lo era todo. Yo como muchos elegí la segunda preparando oposiciones para ser empleado público. He pasado muchos años, creo yo, trabajando con la intención de que el trabajo que yo realizaba fuese provechoso para mis conciudadanos y jamás se me ha ocurrido verlo como una forma de “escaquearme” o de sacar más provecho personal que aquel que se había pactado colectivamente.
Creo que la mayoría de los empleados públicos, al contrario de lo que expresan voces malintencionadas, trabajamos, incluso muchas veces festivos, fines de semana, turnos, etc. de forma que ofrecemos unos servicios públicos más que aceptables. Son los empleados públicos los que permiten que los ciudadanos tengamos acceso a unos servicios públicos (sanidad, educación, emergencias...) independientemente de los recursos económicos que tengamos.
Lejos están ya los tiempos en los que “el funcionario” era aquella persona que estaba tras una mesa poniendo sellos y enviando a la gente de un sitio a otro. Hoy creo que la Administración es otra cosa muy diferente.
Pero a los empleados públicos se nos ha convertido en un chivo expiatorio de forma que durante muchos años, cuando venían vacas flacas, los incrementos salariales que aprobaba el Gobierno del Estado eran cero y se nos congelaba el salario y en cambio cuando la tendencia era la contraria nuestro salario subía estrictamente el IPC. Veíamos como muchos profesionales del ámbito privado, pertenecientes al ramo de la construcción u otros, con categorías similares a las nuestras se ganaban bien, pero que muy bien, la vida y su nivel económico les permitía tener más de un lujo. Nosotros, los empleados públicos, continuábamos ahí apostando por la estabilidad del trabajo y dar día a día nuestro esfuerzo para mantener los servicios públicos.
Y llegó la crisis y con ella, una bajada del salario del 5%, dos congelaciones más (incremento salarial anual 0%) durante dos años consecutivos, la subida de IRPF que ha tocado a todo el mundo, los recortes, etc., etc. Y aún así la gente nos ve como privilegiados, sí, a nosotros que mayoritariamente no cobramos ni 2.000 ni 3.000 euros al mes, como sitúan los debates malintencionados.
Desde hace tiempo a los empleados públicos, junto a políticos y sindicalistas, se nos ha situado en el centro del huracán como si fuésemos los que hemos generado la crisis. Hasta hay algún político como el Sr. Beteta (Secretario de Estado de Administraciones Públicas) que se permite generalizar y nos pedía “olvidarse del cafelito y de leer el periódico”. No diré que ningún empleado público lo haga, pero sí podría afirmar que ni la mayoría de mis compañeros y compañeras ni yo mismo hacemos lo que este Sr. Secretario de Estado seguro que hace habitualmente.
Digan lo que digan sujetos como el anterior, los empleados públicos seguiremos trabajando con esfuerzo para que los y las ciudadanas puedan seguir disfrutando de unos servicios públicos en condiciones.
Miguel de la Rubia
1 comentari:
Por supuesto que seguiremos luchando por y para la ciudadania aunque se nos castigue duramente como lo estan haciendo los políticos y algunos ciudadanos que se regocijan de placer con el sufrimiento ajeno.
Por supuesto, siempre y cuando no nos eliminen...creo que estan en ello...seremos la última generación de trabajadores públicos que hemos ganado una oposición?
Por cierto, cuando voy al banco, al supermercado, a la carniceria...veo que los trabajadores van y vienen de desayunar y claro, hay más cola para ser atendido...hacen también el cafelito?
Si nosotros vamos a desayunar a las once, por ejemplo, hacemos cafelito sólo porque somos funcionarios, mientras el resto de la humanidad, desayuna?
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