divendres, 17 de febrer del 2012

Campaña contra el sindicalismo de clase


Lo que en un principio parecía ser solo una crisis finananciera por la irresponsabilidad de las grandes corporaciones y el mirar para otro lado de la mayoría de los gobiernos, se ha convertido al final en una de las crisis más profundas que se han producido después de la gran crisis de 1929. Esta crisis ya no es solo financiera: es también económica, alimentaria, inmobiliaria, etc.
Es también una crisis de valores, de principios, de ideas, etc.,  y sobre todo es una crisis donde se ha puesto de manifiesto que la lucha de clases aparece con más fuerza y está  más vigente que nunca.
Con la crisis como excusa, el capitalismo intenta  no solo recortar derechos a los más débiles para que sean estos los que paguen  sus desmanes, sino que lo que se está llevando a cabo es un cambio de sistema cuyo principal objetivo es acabar con el estado de bienestar.
Desde hace varios años, las patronales de sectores como la sanidad o la enseñanza, sueñan con hacer negocios con aquellos servicios que hoy presta el estado de forma gratuita i universal. Para ello es necesario cargarse lo público y pasar estos servicios al sector privado de manera que el que necesite un médico que lo pague. Y lo mismo con la educación y toda una parte importante del sector público.
La situación en estos momentos es: por un lado la lucha de la ciudadanía por mantener el estado de bienestar, y por otro el capitalismo salvaje representado por las grandes corporaciones financieras, gobiernos de derechas y las patronales, intentando cargárselo y sacar tajada de la crisis modificando todos los sistemas de protección, pasando al sector privado todos los servicios que presta el estado
Y es en esta lucha de clases de los más desprotegidos contra los más poderosos, donde la política hace ya bastante tiempo perdió credibilidad al ponerse bajo la tutela de los mercados, donde surge una feroz campaña contra el movimiento sindical como si fuera el ultimo dique que le queda al capitalismo por derribar para poder campar a sus anchas ante una ciudadanía sin defensas.
Por ello están llevando a cabo una campaña de desprestigio contra los sindicatos de clase basada en un montón de mentiras, haciendo bueno aquello que decía Goebbels (ministro de propaganda nazi), que una mentira dicha mil veces la conviertes en una verdad.
1ª mentira: Los sindicatos tienen cada vez menos apoyos. Sin embargo la realidad es que desde 1980 la afiliación a los sindicatos se ha multiplicado por seis, pasando de 500.000 a tres millones de afiliados que para sí los quisieran los partidos políticos.
2ª mentira: Los sindicatos no nos representan. Bien, si la representatividad se mide  por los apoyos que se obtienen en los procesos electorales, veremos que en los últimos procesos en las últimas municipales la participación fue del 65% en las generales del 75% y en las europeas del 46%, mientras que en los procesos de elección de representantes de los trabajadores la participación es del 90%. Por tanto los sindicatos tendrían más representatividad que los diputados o los alcaldes.
3ª mentira: Los sindicatos viven de las subvenciones del gobierno. La realidad demuestra que la principal fuente de financiación de los sindicatos es la cuota que pagan sus afiliados y los servicios que presta a traves de la acción sindical y sus servicios jurídicos. Del estado se percibe un porcentaje minúsculo como lo perciben también las patronales, en cambio los partidos políticos, la casa del Rey o la iglesia, que reciben subvenciones millonarias, se ve normal por la derecha capitalista.
Podría poner un sinfín de ejemplos que demostraría que toda la campaña de descrédito hacia los sindicatos es totalmente falsa e interesada, pero dudo que este articulo pueda dar para tanto, pero sí quiero advertir que si consiguieran lo que se proponen, que la mayoría de los trabajadores y trabajadoras y la ciudadanía en general dejara de creer en el movimiento sindical y los sindicatos no tuvieran la fuerza necesaria para enfrentarse al capitalismo salvaje que las clases dominantes intentan imponer, los derechos para millones de ciudadanos retrocederían radicalmente, sobre todo aquellos derechos que más nos afectan como el derecho a una sanidad y una educación pública, o los derechos de los trabajadores en las empresas, etc. Volveríamos a vivir en una sociedad sin derechos y quién sabe si más tarde sin libertades.
Daniel Gutiérrez Salgado