dimecres, 19 de setembre del 2012

Ciudadano: esta herencia me pertenece


Qué pensaría sobre su futuro aquel pueblo francés de 1788 donde cuatro hacían con él lo que querían. Algunos veían más allá del 1788 y se dedicaron a utilizar el pensamiento, a escribir, a sensibilizar al pueblo de la necesidad de gestionar la sociedad de otra forma para que éste pudiera llegar a vivir en libertad. Su trabajo les costó pero hicieron de la igualdad el escudo de su bandera sin conocer lo que ahora unos libros de historia nos pueden ilustrar, pero ellos utilizaron su mejor arma, el pensamiento, como bomba para transformar todo aquello que les molestaba.
Hicieron justicia y progresaron sin saberlo por el hecho de caminar juntos por aquello que les unía. En la actualidad tenemos varios problemas “de calado”. No tenemos pensadores que nos guíen porque se han convertido en columnistas del cuarto poder inexistente y los políticos son piezas del poder invisible del dinero, por ello, si estos poderes no cumplen con sus funciones porque están a disposición de su amo, el pueblo debe asumir su poder soberano y con responsabilidad hacer cumplir nuestro pensamiento.
La sociedad actual es diferente pero no por ello nos encontramos en semejante encrucijada. Hemos cambiado las palomas mensajeras por las redes sociales y en estos momentos tenemos armas muy potentes y ya cultura para utilizarlas en beneficio de nuestros intereses. Pensemos. Tenemos la responsabilidad en nuestras manos de transmitir opinión, porque ésta es la mejor arma para lograr transformar esta gris y triste realidad que cuatro nos están imponiendo. Ahora toca volver a recuperar, bajo mi modesto pensar, la unión del pueblo frente a esos mismos cuatro de 1788 y caminar hacia nuestra propia revolución, no la de 1789, no. La nuestra. Realmente el miedo nos paraliza como sociedad porque no conocemos qué pasará, ellos tampoco sabían que cortando cabezas con la guillotina llegarían a construir la base de todo lo que ahora nos han robado. Juntos podemos mejorar lo robado. Es cuestión de perder el miedo.
La ideología sigue viva en cada uno de nosotros, y cada uno tiene la suya pero hay algo por encima que nos une y por ello hemos de ser capaces desde la resistencia pasiva lograr agruparnos en nuevas formas de hacer política e introducirnos en las instituciones democráticas para construir ese nuevo modelo social y económico que vamos a tener que crear. Pensemos, es mejor que construyamos como pueblo el nuestro y que éste no venga impuesto por ellos, por esos terroristas que nos han expoliado. Nadie tiene las respuestas, dejemos los miedos porque juntos encontraremos la salida si partimos de lo que nos une, y desgraciadamente nos une la necesidad de recuperar nuestros títulos de ciudadanos.
José Antonio Monteagudo Urgel