Aunque aguarden las tinieblas
al fin de nuestro camino,
aunque la vida no sea
más que un inútil castigo
y el ave de la esperanza
se vaya helando de frío,
aunque los sueños amados
se pierdan en el abismo
y vivamos en la cárcel
del sufrimiento cautivos
agitando las cadenas
de un deseo enloquecido,
aunque el mañana no sea
más que un sepulcro sombrío
y todas nuestras acciones
pasajeros espejismos
sabiendo que de este infierno
no hay nadie que salga vivo,
aunque todos los recuerdos
se pudran en el olvido
y el cielo con que soñamos
sea la piedra de un nicho,
aunque al morir nos parezca
que ya está todo perdido
sintiendo que ha sido un sueño
este dolor que sufrimos,
aunque el tiempo nos arrastre
igual que a imparables ríos
que se derrumban sin tregua
sobre los mares vacíos
sin podernos escapar
de un tiránico destino,
aunque todas las miserias
se claven como cuchillos
y el Olvido nos abrace
igual que a arrugados niños
que lloran ante el terror
de ser sin fin extinguidos,
y la Luz no nos aguarde
detrás del último grito,
proclamo que hemos amado
y la Vida santifico
y santifico a la aurora
que dora a la mar y el trigo,
y santifico a los hombres
que dentro llevan un niño
y la canción del azul
y ese misterio escondido
que reluce en la mirada
del santo amor que bendigo,
yo bendigo a los que sufren
y a los que aman heridos,
pues brotarán, tras la Muerte
puros jardines de vinos
y mareas de luceros
y bóvedas de narcisos,
y valles de rico néctar
en donde fluyen los himnos
dorados de la alegría
que perfuman como lirios,
y los astros, por los mares
verterán amantes brillos
donde brotarán rosales
de licores prometidos,
y fluirán lagos de auroras
por los cielos más benditos,
y la noche brillará
como un mar de soles vivos
donde se funden las lunas
y los luceros dormidos,
y en su Luz exprimiremos
los deslumbrantes racimos
que regalan la ambrosía
de milagrosos hechizos,
y abrazaremos los mares
de los Misterios Divinos,
y transformados seremos
en líquidos astros vivos
que se vierten en cascadas
de gloriosos paroxismos
y en éxtasis que se alzan
con fulgor desconocido,
y seremos surtidores
ligeros y diamantinos
que destellan por las aguas
de los cielos derretidos
en una amante delicia
de preciosos paraísos,
estallando en una luz
que se agranda en lo Infinito.
David Coll Rodríguez
(Madrid – 2015 )
Primer premio del II Certamen de Poesía “Constancio Zamora Moreno”, tema libre, organizado por la Fundación Espejo
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