diumenge, 19 de maig del 2013

Recordando a Antonio Machado

Una de las actividades más emotivas, de un marcado valor cultural y político, ha sido realizar una excursión dedicada a Antonio Machado, uno de los poetas de lengua castellana más importantes del siglo XX. 
Viajamos a Cotlliure, lugar en dónde está enterrado el poeta. El día se levantaba con buen humor, después de un invierno largo y húmedo, el sol, radiante y cómplice, nos acompañó durante todo el día.
Ya viajando, en la primera rotonda empezó el recitado de poemas y canciones, a todos nos venía a la memoria los cantos reivindicativos de aquella República, que hoy volvemos a anhelar, con sus colores, morado, amarillo y rojo.
En la parte trasera del autocar, bien visible, recordábamos en el espacio de una pancarta, al amado poeta Machado y su república.
El paisaje era espléndido, contemplábamos el verde de los campos y los bosques, junto al amarillo de la ginesta que crecía aquí y allá, a lo lejos, se vislumbraba el Pirineo alto, erguido, con su capa aún blanca. Cruzamos la frontera y el recuerdo que nos llegó a todos era el de aquellos hombres, mujeres y niños, exiliados de su propio país, cruzando esa misma frontera enfermos, con frío, hambrientos, pero con una gran e inquebrantable esperanza en su interior, la de poder ser libres, aunque fuera en una tierra extraña.
Ninguno de ellos se podía imaginar el recibimiento, la acogida que iban a tener, llegaron hambrientos, enfermos y fueron hacinados y reagrupados en una playa, Argelers, desangelada, inhóspita, donde sopla fuertemente el viento. Muchos de ellos murieron allí mismo, de tuberculosis o por falta de alimentos.
Allí cerca también murió Antonio Machado, su cuerpo descansa en una humilde tumba con la misma sencillez y humildad que vivió y reflejan sus poemas: 
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
 (Autoretrato) 
Emocionados depositamos flores, a modo de homenaje colocamos nuestra pancarta a los pies del republicano. De repente la emoción nos embargó a todos, al ir oyendo recitar a cada uno de nosotros sus hermosos poemas, su voz ya para siempre inmortal, su palabra, seguía viva entre nosotros.
Paseamos por Cotlliure, es un pueblo pintoresco y bonito, pensé en aquellos españoles que lucharon con la resistencia francesa, y en la falta de generosidad de Francia para con ellos. 
Una humilde y simple roca al borde de la playa recuerda nuestra historia: «Allí estuvieron 100.000 republicanos y entre ellos un gran poeta». La empatía hacia ellos nos ocupaba el pensamiento y comentábamos lo duro y difícil que debió ser aquel momento.
La gran anécdota de esta salida fue el momento de decidir dónde nos dirigíamos para comer, pues nuestros vecinos galos no consideran la cantidad de españoles que visitan cada año a nuestro poeta y aunque su tumba no deja de ser un reclamo turístico, no facilitan un espacio o área de picnic, para los viajeros que se desplazan a este lugar, contrariamente el pueblo está lleno de restaurants, eso sí, con precios franceses.
Buscando una zona adecuada y permitida para realizar el picnic, nos indicaron una ermita fuera de la población, la Ermita de la Consolación, pero el camino que llevaba a ella era muy estrecho para nuestro autocar. David, el conductor, decidió no seguir; al comprobar que no podía girar, optó por realizar la bajada del tramo ya recorrido, pero ahora haciéndolo marcha atrás, fueron minutos de autentica tensión, emoción, pavor, miedo, cada uno que lo califique según sus emociones, pero tuvo un final feliz y nos plantamos de nuevo, sanos y a salvo, cerca de la población, en el aparcamiento para los autocares. A partir de ese momento David se convirtió para todos nosotros por unanimidad en el héroe del día. Gracias a su destreza al volante, volvíamos a sonreír.
Y allí en un bosquecito inaugurando la primavera, plantamos nuestros manteles y los diferentes platos de comida que cada uno de nosotros había preparado en casa. Empezaron a desplegarse sabrosos platos llenos de color y sabor, variadas fuentes, tuppers, etc. Todo quedó extendido sobre los manteles y entonces ya relajados, compartimos todo lo allí dispuesto
Por la tarde visitamos Argelers, paseamos relajados por el largo y hermoso paseo que la rodea contemplando la arena y el mar de un azul intenso, a pesar de la belleza del lugar, no podíamos olvidar el uso que antes había tenido, un lugar de hacinamiento donde murieron muchos españoles.
El día fue magnífico y la compañía fantástica. ¡Viva La República Española!
Anna Montfort