dimecres, 15 de maig del 2019

La caricia de tu mano

Contemplo una sala medio vacía,

y puedo percibir desde ese rincón 

a media luz y en todo su silencio,

una silla ocupada por alguien,

con la espalda curvada hacia adelante

la cabeza gacha y sus manos,

cubriendo el rostro afligido de una muerte 

sin compasión ni clemencia.

Me llega su voz rota y desgarrada

con ese llanto desesperado,

el silencio antes callado

chirría en las paredes del aula,

por un instante puedo alcanzar

el semblante que cubría, 

y sin vacilar agrieto una parte de mí 

para pronunciar su nombre.

Al oírlo, el cuerpo abatido por la congoja,

se alza veloz hacia mí,

con paso firme y trémulo a la vez,

me mira con recelo y temor, 

en sus ojos puedo ver el miedo

pero su mirada alumbra sosiego.

Su mano se posa en mí acariciándome,

ya está dentro de mí para aplacar su dolor,

el llanto es un solitario gemido 

que mece el paisaje dentro de lo irreal,

me siento aliviada al tenerla y sentirla

y contemplar de nuevo sus ganas de vivir.

Yo solo soy una simple pizarra

que cuando penetras en mí,

aparto esa muerte oscura y umbría

para darte la vida que hay en ti. 

Nati Regàs