Tres hijas tenía el rey,
todas tres como la plata,
y la más pequeña de ellas,
Delgadina se llamaba.
Un día al ir para misa,
su padre la reparaba:
Delgadina, Delgadina,
tú has de ser mi enamorada.
No lo quiera el Rey del cielo
ni la Virgen soberana.
Ser yo mujer de mi padre,
de mis hermanos madrastra!
La agarra por los cabellos
y a una torre la arrastrara;
no la daba de comer,
más que pez y agua salada.
Delgadina con gran sede
se asomara a la ventana
y viera abajo a su madre
en silla de oro sentada.
Madre, si es usted mi madre,
por Dios deme un jarro de agua
que el alma tengo en un hilo
y la vida se me acaba.
Vete de ahí, hija de perro;
vete de ahí perra malvada,
que va para cuatro años
que me tienes mal casada.
Delgadina con gran sede
se asomó a otra más alta,
y viera allí a sus hermanas
lavando paños de Holanda.
Por Dios os lo pido, hermanas,
que me deis un jarro de agua,
que el alma tengo en un hilo
y la vida se me acaba.
Yo bien te lo diera, hermana,
y todas las que aquí lavan,
pero si padre lo sabe,
la cabeza nos cortara
Delgadina con gran sede,
asomose a otra más alta,
y abajo viera a su padre
con gran jueguito de barra.
Padre, si es usted mi padre,
por Dios deme un vaso de agua
que el alma tengo en un hilo,
y la vida se me acaba.
Yo bien te la diera hija,
pero has de cumplir palabra.
Yo se la cumpliré, padre,
aunque sea de mala gana.
Alto, alto, mis criados,
a Delgadina dadle agua
Unos van con jarros de oro,
otros con jarros de plata.
Más por mucho que corrieron,
Delgadina muerta estaba
A los pies de Delgadina,
una fuente que manaba.
El primero que llegase,
la vida tiene ganada
el último que llegase,
la vida tiene jurada.
La cama de Delgadina
de ángeles está rodeada
y la cama de su padre,
de sierpes y cosas malas.
La gitanilla. Miguel de Cervantes (1547-1616)
Libres y exentos vivimos de la amarga pestilencia de los celos; nosotros somos los jueces y verdugos de nuestras esposas y amigas; con la misma facilidad las matamos y las enterramos por las montañas y desiertos como si fuesen animales nocivos; no hay pariente que las vengue, ni padre que nos pidan su muerte.
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