Ya queda poco para la renovación de nuestro Hospital. La finalización de
las obras continentes del nuevo edificio está prevista para el cuarto trimestre
de 2023. La puesta en marcha tardará unos meses más, ya que hará falta
equiparlo.
¡Ya era hora!
A día de hoy, un edificio de estas características tarda mucho menos tiempo
para levantarse y equiparse. Basta con ver que en 2021, en el Hospital de
Bellvitge, en menos de 4 meses se logró una ampliación y puesta en marcha de
nada menos que 4.500 metros cuadrados, el llamado “edificio Delta”.
Parece claro que los ciudadanos de Begues, Castelldefels, Gavà, Viladecans
y Sant Climent no hemos tenido este tratamiento preferente: aunque la obra de
construcción del nuevo edificio de nuestro Hospital comarcal es mucho más
grande, el tiempo para ello está siendo muchísimo más dilatado. Es decir, ¡a
día de hoy llevamos nada menos que 5 años! Y lo que aún queda pendiente hace
augurar al menos dos o tres años más de obras. Tanta lentitud parece indicar
que nuestro Hospital de referencia no viene siendo prioritario para el
Departament de Salut.
Es muy satisfactorio que finalmente se termine la primera fase de la
ampliación prevista para el Hospital de Viladecans. El nuevo edificio traerá
mejoras asistenciales considerables, como pueden ser la tardía transformación
de las bochornosas habitaciones de cuatro en habitaciones de dos pacientes y la
ampliación de servicios en materia de radiodiagnóstico, entre otras muchas.
Sin embargo, los ciudadanos no debemos bajar la guardia, ya que a día de
hoy nuestro Hospital debe mejorar en cuanto a algunas prestaciones sanitarias,
ya que no son suficientes para hacer frente a nuestras necesidades. No es de
cajón que padezcamos larguísimas listas de espera quirúrgicas, de pruebas
complementarias o de primeras visitas. Aunque actualmente la información al
respecto está sesgada, personalmente he vivido o conozco casos flagrantes de
algunos hechos que indican que la sanidad pública deja mucho que desear, a la
vez que impulsa al ciudadano a acercarse a una sanidad privada incapaz,
aquejada por el desinterés en materia de resolver problemas de salud algo
complejos.
Como ejemplo, soy conocedora de algunos hechos cercanos. Sé que la espera
es muy larga para las intervenciones de urología, lo cual aboca a un periodo de
larga incapacidad a las personas afectadas. También sé que puede llegar a tres
años la espera para lograr la realización de algunas pruebas diagnósticas (a mi
me pasó y tuve que “buscarme la vida” en un centro privado). Finalmente,
también soy testigo de que, desde hace casi año y medio, el Hospital de
Viladecans ha reducido a la mitad la oferta de camas de Hospitalización
Domiciliaria.
Me parece evidente que hace falta aumentar la financiación de la sanidad
pública, del Institut Català de la Salut y del Hospital de Viladecans. Aunque
la solución a los problemas que obstaculizan mi percepción de una atención
sanitaria pública de mejor calidad también pasa por un cambio cultural en los
modelos de valoración de la gestión, particularmente en cuanto a la ecuación
que prioriza la alta productividad en relación a su bajo coste.
Los Hospitales y los ambulatorios no son fábricas con cadenas de montaje.
Pero si es así cómo los políticos y gestores los conciben, además de ampliar el
presupuesto sanitario público hace falta mejorar los mecanismos para control de
los resultados y de la satisfacción de los usuarios, con el fin de obrar para
corregir los errores en el producto final, que es la calidad de la atención
sanitaria pública.
Eliana
López
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